Hoy, 1 de diciembre, se conmemora el Día Mundial del SIDA, por lo cual es primordial recordar el compromiso mundial que adquirieron los países miembros del Sistema de Naciones Unidas, referente a los objetivos 95-95-95 de diagnóstico, tratamiento y supresión viral, junto con ambiciosos objetivos para la prevención primaria y facilitadores de apoyo, que pretenden acortar distancias entre la asistencia y los resultados del tratamiento del VIH en todas las subpoblaciones, grupos de edad y ámbitos geográficos.
La comprensión de estos objetivos es fundamental para poder alcanzarlos. El primer 95 responde a la necesidad que el 95% de las personas que viven con VIH conozcan su estado serológico; en tanto que el segundo implica que el 95% de las personas que conocen su estado serológico, están en tratamiento. Y, por último, el tercer 95, se refiere a que el 95% de las personas que conocen su estado serológico, se encuentran en tratamiento y han suprimido la carga viral en su organismo.
Estas metas sólo pueden alcanzarse en un entorno en el que las personas que viven con el VIH y las que corren el riesgo de infectarse puedan utilizar los servicios y adoptar los comportamientos que protegerán su salud. Por tal razón, a la par de estos, se encuentran los objetivos 10-10-10, que promueven que: Menos del 10% de los países tengan marcos legales y políticos que conduzcan a la negación o limitación del acceso a los servicios relacionados con el VIH; aproximadamente el 10% de las personas que vivan con el VIH y de las poblaciones clave experimenten el estigma y la discriminación; una cifra menor al 10% de las mujeres, las niñas, las personas que vivan con el VIH y las poblaciones clave experimenten la desigualdad y la violencia de género.
Diversos estudios han demostrado que la efectividad de los tratamientos y los avances en la respuesta a la pandemia, han permitido mejorar las condiciones de salud y vida de las personas que viven con VIH. Por cada persona que alcanza el estatus de indetectable, se reduce la cantidad de posibles nuevos contagios. Por ende, los esfuerzos que se realicen en los siguientes años para alcanzar estos objetivos marcarán el curso o la culminación de la pandemia.
En Panamá, de acuerdo a cifras de la sección de VIH-SIDA del Ministerio de Salud (Minsa), desde que se registró el primer caso de VIH en 1984, se han identificado 28,838 personas con VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) y sida (síndrome de la inmunodeficiencia adquirida), de las cuales el 71% está recibiendo tratamiento. Lo cual muestra un avance importante hacia el logro de los objetivos. No obstante, es necesario continuar trabajando de forma articulada en la respuesta, así como en propiciar las condiciones necesarias para que todas las personas que han estado expuestas al virus puedan conocer su estado serológico y recibir el tratamiento en tiempo oportuno.
Para la DDP, es primordial realizar un análisis de las barreras que impiden que las personas accedan a los servicios de salud, específicamente a quienes viven con VIH. En el marco de este día, la Defensoría del Pueblo, como entidad referente en la protección, defensa y promoción de los derechos humanos; mediante la educación, monitoreo, investigación y supervisión de actos u omisiones que atentan contra la dignidad de las personas, levantamos nuestra voz en contra de situaciones de discriminación, estigma y malos tratos que sufren las personas que viven con VIH. Comprendiendo que esto representa un obstáculo para, en primera instancia acceder a una prueba y por consiguiente a recibir un diagnóstico o tratamiento apropiado.
Hace algunos meses, el 1 de marzo, se celebró el décimo aniversario del Día para la Cero Discriminación y el lema adoptado fue “Para proteger la salud de todas las personas, hay que proteger los derechos de cada una”. Esto hace un llamado de atención a que cada persona tiene el derecho de vivir una vida plena y productiva, y a vivirla con dignidad, esto incluye a las personas que viven con VIH.
En pleno 2024, ninguna persona del territorio nacional debería perder la vida por esta condición, pero el desconocimiento por parte de la sociedad sobre el virus es real, lo que representa un gran reto para quienes trabajan en la lucha contra el VIH. Realidades como, la desaprobación social y el estigma que sufren las personas que viven con el virus, afecta la aceptación y la búsqueda de los servicios, abriendo paso a que el virus continúe multiplicándose y que puedan contraer alguna enfermedad oportunista que ponga en riesgo sus vidas. Otro punto importante para rescatar es que la mayor parte de los nuevos contagios se da en personas menores de 30 años y de poblaciones claves, hombres que tienen sexo con hombres, hombres gays o mujeres trans, grupos de la sociedad que históricamente por pertenecer a poblaciones diversas, han sufrido de estigma y discriminación. El desconocimiento también incide en prácticas de riesgo durante la actividad sexual, sin el uso de las medidas de prevención existentes, como uso de condones o alternativas más innovadoras como PREP (Profilaxis Pre-Exposición).
Conscientes de nuestro rol, reitero nuestro compromiso para promover espacios de formación y capacitación que permitan sensibilizar a la población general, así como a las instituciones prestadoras de servicios, con miras a reducir las barreras que surgen como consecuencia del estigma y discriminación. Realizar alianzas estratégicas con actores sociales, sector empresarial o institucional para promover los derechos humanos de las personas que viven con VIH o que forman parte de las poblaciones claves. Brindar seguimiento a denuncias y realizar las investigaciones correspondientes a situaciones de vulneración de derechos o privación del acceso a los servicios de salud, tratamiento o cualquiera acto que atente contra la integridad/dignidad de las personas que viven con VIH. Incidir en la generación de información para la toma de decisiones y participar de forma activa en espacios de construcción conjunta en la respuesta al VIH.